Cuando enseñar se vuelve político: sobrevivir a la censura y las represalias

Imagina entrar a tu aula y descubrir que la mitad de las novelas de tu programa han sido cuestionadas o eliminadas. O recibir correos airados porque mencionaste raza, género o eventos actuales en una lección.

En muchos estados, enseñar se ha vuelto intensamente político. Las guerras culturales se han infiltrado en las escuelas, resultando en prohibiciones de libros, leyes “anti–teoría crítica de la raza”, restricciones sobre temas LGBTQ+ y la vilificación pública de los educadores.

¿Cómo pueden los docentes mantener los valores profesionales y ofrecer una educación honesta e inclusiva bajo estas condiciones? Este blog explora estrategias para sobrevivir e incluso prosperar en medio de la censura y la reacción pública. No estás solo; docentes en todo el país están encontrando formas de resistir la autocensura, apoyarse entre sí y mantener sus aulas como espacios de libre pensamiento y empatía.


Una encuesta nacional de 2023 realizada por First Book y Unite Against Book Bans encontró que el 71 por ciento de los docentes cree que las prohibiciones de libros socavan su experiencia profesional, mientras que el 40 por ciento siente que comunidades e historias enteras están siendo borradas.


El nuevo clima de censura

En todo Estados Unidos, las prohibiciones de libros y las restricciones curriculares han aumentado a un ritmo no visto en décadas. La Asociación Americana de Bibliotecas (ALA) informa números récord de desafíos en escuelas K–12, con títulos de autores de color, escritores LGBTQ+ y aquellos que abordan raza, género o justicia social como los más atacados. Al mismo tiempo, varios estados han aprobado leyes amplias que limitan cómo los docentes pueden hablar de los llamados “conceptos divisivos”, enfriando de manera efectiva el diálogo honesto sobre historia e identidad en el aula.

El impacto en los educadores ha sido profundo. Una encuesta nacional de 2023 realizada por First Book y Unite Against Book Bans encontró que el 71 por ciento de los docentes cree que las prohibiciones de libros socavan su experiencia profesional, mientras que el 40 por ciento siente que comunidades e historias enteras están siendo borradas¹. El estudio concluyó que la censura crea un “efecto paralizador” que desalienta a los docentes de incluir autores diversos o temas históricos complejos. Como resultado, incluso lecciones bien establecidas sobre esclavitud, el Holocausto, historia indígena o movimientos por los derechos civiles —una vez consideradas fundamentales para la educación cívica— ahora a veces son etiquetadas como “divisivas” o “políticas.”

Los docentes han denunciado acoso, amenazas y ataques en línea simplemente por asignar libros premiados o facilitar discusiones sobre raza o género. Sin embargo, es esencial recordar que las voces más ruidosas de la reacción no representan a la mayoría. Las encuestas muestran consistentemente que la mayoría de los padres y estudiantes confían en los docentes y apoyan el acceso a perspectivas diversas. El alboroto puede parecer abrumador, pero tener presente esa realidad más amplia puede ayudarte a mantenerte firme y con confianza.


lecciones bien establecidas sobre esclavitud, el Holocausto, historia indígena o movimientos por los derechos civiles —una vez consideradas fundamentales para la educación cívica— ahora a veces son etiquetadas como “divisivas” o “políticas.”


Construir alianzas y apoyo

Enfrentar una posible prohibición de libros o una reacción pública puede resultar aislante, así que no lo enfrentes solo. Comunícate con tus colegas; lo más probable es que otros en tu escuela o distrito estén lidiando con problemas similares. Formar un frente unido, o al menos un grupo de apoyo, puede marcar una gran diferencia. Los sindicatos docentes y asociaciones profesionales (como NCTE o NCSS) tienen recursos sobre libertad académica y pueden ofrecer asesoría legal si es necesario. Considera también a tus aliados entre los padres y la comunidad.

Muchos padres están indignados por la censura y hablarán en reuniones de juntas escolares o firmarán peticiones para defender la libertad de enseñanza de los docentes. Destacar el apoyo positivo de los padres también puede recordar a los administradores y funcionarios que no todos apoyan las prohibiciones; de hecho, la mayoría de los estadounidenses se oponen a ellas y confían en los docentes para seleccionar materiales apropiados.²

Si alguna vez eres blanco directo de críticas —por ejemplo, si una publicación en redes sociales tergiversa tu clase— documenta todo e informa de inmediato a tu administración. A menudo, los directores se encargarán del aspecto de relaciones públicas, y tu labor es seguir cumpliendo tu rol de manera profesional. Es prudente abstenerse de responder públicamente en redes sociales sobre la controversia (aunque sea tentador) y dejar que los canales oficiales respondan, para evitar que las palabras se saquen de contexto.


la mayoría de los estadounidenses se oponen a ellas y confían en los docentes para seleccionar materiales apropiados.


Cómo manejar la reacción en el momento

Supongamos que un padre o miembro de la comunidad te confronta directamente con: “¿Por qué le enseñas a mi hijo esta basura política?” Es natural sentirte a la defensiva, pero trata de mantener la calma y la profesionalidad. Pide hablar en privado, no frente a los estudiantes ni en un foro público como Facebook.

Durante la conversación, escucha primero. A menudo, los temores son lo que impulsa estas reacciones. Tal vez un padre teme que su hijo “se sienta culpable” por la historia o que ciertos valores estén siendo socavados. Reconoce la preocupación: “Entiendo que quiere que su hijo se sienta cómodo y apoyado en la escuela. Yo también.” Luego aclara el propósito de la lección o del texto de forma no ideológica: “En nuestra clase, analizamos cómo los autores presentan distintas perspectivas. Este libro ayuda a los estudiantes a entender cómo era la vida para un adolescente durante el movimiento por los derechos civiles, lo cual se conecta con nuestra unidad de historia. Lo abordamos de manera crítica y reflexiva.”

Enfatiza las habilidades y la empatía, no la “política.” Si la preocupación se relaciona con el cumplimiento de una ley estatal (como la prohibición de enseñar que alguna raza es inherentemente superior o inferior —algo que, por supuesto, no enseñas—), puedes responder: “Estoy al tanto de las normas y le aseguro que nada en nuestro currículo las viola. Nuestro objetivo es aprender de la historia, no culpar a los estudiantes.” A veces, proporcionar una copia del texto o plan de lección al padre puede desmitificarlo. Cuanta más transparencia, mejor: la claridad suele disipar las sospechas infundadas.
Durante todo el proceso, mantén tu postura de educador actuando de buena fe, no de activista adoctrinador.

Al mismo tiempo, establece límites. Está bien decir: “Si tiene más inquietudes, puede agendar una reunión conmigo y con el director de currículo para discutirlo.” Esto muestra que tomas en serio su preocupación, pero también involucra a la institución, lo que puede disuadir a quienes intenten intimidar a un docente individual. También demuestra que no ocultas nada: respaldas tu enseñanza y estás dispuesto a revisarla con supervisores presentes.


Resiliencia y autocuidado

El costo emocional de enseñar en un entorno politizado es real. Es agotador estar siempre alerta. Por eso es importante encontrar formas de recargar energía. Concéntrate en los momentos alegres del aula: esa discusión inspiradora, el estudiante que te dice que un libro le cambió la perspectiva, la risa durante una actividad. Esos momentos te recuerdan por qué enseñas.

Conéctate con otros educadores afines en línea (por ejemplo, los hashtags #TeachTruth o #FReadom en redes sociales, donde docentes y bibliotecarios comparten solidaridad contra la censura). Hay toda una comunidad validando que tu labor importa.
También es válido desconectarte del ciclo de noticias o de las redes sociales si la negatividad se vuelve demasiado. Practica el autocuidado: ejercicio, pasatiempos, tiempo con familia; lo mismo que aconsejarías a colegas o estudiantes para manejar el estrés. No puedes verter desde una taza vacía: mantenerte bien te ayudará a ser una presencia estable para tus estudiantes a pesar del caos externo.


Reflexiones finales

En tiempos de reacción, recuerda que enseñar la verdad es un acto de valentía. Al seguir incluyendo libros diversos e historia honesta, estás ofreciendo a tus estudiantes la libertad intelectual y las habilidades de pensamiento crítico que merecen. Cada vez que perseveras frente a críticas injustas, modelas integridad y resiliencia.

Mientras navegas este panorama, celebra tus pequeñas victorias: ese padre que te agradeció por exponer a su hijo a una nueva perspectiva, o el estudiante que te dijo que tu clase fue la primera vez que se sintió representado en el currículo. Esos son los faros que atraviesan la tormenta.

Si deseas estrategias más concretas y una red de apoyo, inscríbete en el curso de TeacherLAB “Navigating Political Backlash as an Educator.” En este curso, educadores y expertos comparten consejos legales para proteger tu trabajo mientras enseñas material controvertido, métodos para manejar quejas de forma diplomática y estudios de caso de escuelas que resistieron con éxito la censura.
Aprenderás cómo defender el derecho de tus estudiantes a leer y tu propia autonomía profesional. La reacción puede ser ruidosa, pero con conocimiento, apoyo y valentía, puedes seguir enseñando con audacia y verdad. Tus estudiantes lo necesitan y lo merecen.


En tiempos de reacción, recuerda que enseñar la verdad es un acto de valentía. Al seguir incluyendo libros diversos e historia honesta, estás ofreciendo a tus estudiantes la libertad intelectual y las habilidades de pensamiento crítico que merecen.

Cuando enseñar se vuelve político: sobrevivir a la censura y las represalias

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Cuando enseñar se vuelve político: sobrevivir a la censura y las represalias

Publicado

1 dic 2025